jueves, 6 de septiembre de 2007

DOSituación

Uh, que grandes son los kioscos, todos los colores, las golosinas apiladas, una arriba de la otra, otra arriba de la una, y para peor, que hace frió, que el día esta muy nublado, que amaga a largarse a llover, que me pica la gorra, que me molesta la pechera y los diarios están tan pesados, me parece me siento en ese escaloncito y descanso un poco el brazo, si, si, así esta mejor, los diarios pueden quedarse un poco así, es que están tan pesados, busco entre las hojas, mira si un suplemento viene con bolitas! Con cuidado, que no se rompa ninguna, es tan molesto el ruido de cuando se rompe una hoja, shhhhk, como es que hace,,, ah pero si acá tengo el papel con las calles donde conviene andar, lo rompo, total con este no hay problema ( shhhk, como sospechaba) total las calles me las aprendí de memoria, si no, pregúntale a mis zapatillas, mira lo rotas que están, medias combeadas para adentro, y ese agujero en la punta que en cualquier momento sale el dedo gordo a saludarme,, bueno arranco, uh pero si soy mas boludo! Me vengo a sentar en frente de un maxikiosco, que grande es, mas grande que el monumental, aunque mi tío dice que es gigante, pero soy de boca y quiero dos jorgitos blancos, cinco sugus si, si de esos de colores, dos azules, uno rojo, uno amarillo y uno mas azul, y después una tita, “ dos con veinte?” muevo un poco el bolsillo izquierdo, no hay ruido, muevo el derecho, uh hay ruido pero poco, a ver yo saco todo y que se fije el, ni las cuento ¿¡un peso? ¿Como que me falta un peso? No, no, pero yo no quiero solo los caramelos y un jorgito, quiero todo, sigo caminando, ah ya se! En los teléfonos siempre se olvidan alguna moneda.

Estaba tomando un café, y hojeando el diario, en un bar. Mi mesa, al lado de un ventanal semiabierto, me dejaba distraer de a ratos con la calle. Una vez mas, había buscado en el fondo de mi café, algún sedimento, alguna forma rara que me dijera algo sobre mi futuro. Una vez mas (rrrrrr) vez (rrrr) una vez mas ( rrrr) una vez mas ( rrrrrr) y el ruidito del “rewind” me molestaba casi tanto como ver mi imagen inclinando la taza de café, repitiéndose, una y otra vez. La misma estupidez en el gesto, pero mutando el decorado. Me acuerdo que ahí interrumpió en mi visión, el chico. La gorra media torcida, llevando con sus dos brazos una pila de diarios. La pila mas grande que su torso, entero y amarillo, desarreglado, de una talla dos números mas grandes, inquietando la correcta articulación de sus rodillas. Ese chico, que desde donde empecé a seguirlo, venia rebotando de teléfono en teléfono. Seguía un orden, primero recorría una cuadra, y buscaba en sus teléfonos correspondientes. Cruzaba y caminaba en dirección opuesta sobre la vereda de enfrente. Cuando llego al teléfono, que estaba solo a unos metros míos. Me pareció que había encontrado algo…

Pero que es esto, mejor apoyo los diarios entre las zapatillas y uso las dos manos, para, esto me hace acordar a una soguita, si si, la estoy tocando pero casi veo como una hilacha se enrosca con la otra y con la otra y con… y si tiro? Ahí sale, como esos chicles, que tiras y se desenroscan. Uh pero es re larga, mira que lejos estoy del teléfono ahora…

Al ver que ya se había alejado mas de un metro del teléfono, con un hilo de un color rojo ladrillo, salí corriendo del lugar ( olvidándome tanto de pagar, como del impermeable en el respaldo de mi silla) Al llegar a su lado le pregunte que estaba pasando?. Sus palabras no me respondieron, si no su cara contorsionada, su cara de impotencia luchando contra esa soga que ahora había parado de salir del teléfono. “Te ayudo?” le pregunte. Asintió con la cabeza. Empezamos a tirar los dos, la gente alrededor empezaba a juntarse. El hilo estaba trabado, decidimos empujar entre varios. El chico seguía aferrado a la soga con sus dos manos, pujando. De pronto un ruido que, a mi entender, nació del piso, nos anticipo lo que iba a ocurrir. El teléfono por completo cedió. Cada uno de sus lados, cayeron al piso. Donde un segundo antes estaba colgado el auricular ahora se veía el puesto de diario de la esquina. Pero eso no termino ahí, las baldosas se fueron levantando una por una siguiendo una línea que apuntaba directamente hacia uno de los lados del puesto. El diariero reacciono, tarde. Clarín, Nación, Perfil, pagina 12, Rolling stone, Para ti, La mano, la THC, Cronica, La de arquitectura, la de escalada, todas por el piso todas totalmente aplastadas. Ya todos habíamos soltado la soga menos el chico. De pronto, escuche el leve ruido de la soga chocando contra el piso. Mientras la línea seguía expandiéndose, el chico avanzo sigiloso, agarro los diarios y salio corriendo.
El resto es cosa sabida, fue noticia en todos los diarios y noticieros de la semana. El Bunker de los narcos, la CIDE y los funcionarios del gobierno involucrados no me asombraron tanto como el echo de no volver a saber nada del chiquito de los diarios.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Ex situ (ación)

La noche nos busco mas temprano de lo que esperábamos… En el día habíamos alcanzado nuestro destino final después de una caminata de tres días. El refugio Jacob, encerrado entre valles y reyes con formas de montaña. Éramos dos amigos. Pato era, es, será su nombre. Después de reconfortar un poco el espíritu con alguna cosa dulce y humeante, decidimos hacer una visita a una laguna cercana.
Cuando alcanzamos la laguna, sentimos, o por lo menos yo, que no necesitaba de nada. Solo estar ahí. Mirar las nubes, los témpanos que, indistintos, convivían con el agua. Estar. Y así nos quedamos. Sin hablar. Nos quedamos sin darnos cuenta que la noche estaba ansiosa, y de que el refugio estaba lejos: Que estaba lejos, era también decir, que había desaparecido. Todos bien sabemos que en la oscuridad las cosas no se ven, ni saben igual. Si, se había esfumado, los ruidos tragados por el viento. Esparcida toda señal que nos arrimara a nuestra carpa. Para peor, la linterna perdía potencia. Sin luz las piedras son potencialmente más filosas. Después de andar sin sentido, nos dimos cuenta que teníamos que tomar una decisión. Nos sentamos, prendimos nuestros respectivos tabacos y esperamos que el viento parase con los gritos. Supongo, era otra cosa la que esperábamos. También fue otra cosa la que nos intercepto. Una luz, una luz zigzagueante. Hacia rato nos habíamos preguntado porque no veíamos, siquiera, la luz del refugio, ¿por que no estaba donde tenía que estar? Y ahora aparecía esta luz. Activamos nuestros movimientos, sabíamos que no teníamos demasiado tiempo, que en cualquier momento, lo que suponíamos una linterna, se apagaría. Sin embargo pasados los diez primeros minutos, la luz seguía,. Pasado los diez primeros minutos la luz se hacia mas grande, se acercaba. No nos cuestionamos, nada, nada en absoluto. Ni su origen, ni porque crecía, ni nada. Solo cuando la sentimos inminente, cuando nos dimos cuenta lo cerca que estaba. En ese momento, me olvide de la piedras, de la noche y de todo. Justo antes de alcanzar la luz, mi pánico fue tan grande, que le propuse a Pato que nos escondiéramos, que dejáramos que pasara. Era tarde. La luz ya nos envolvía, la luz nos recortaba entre tanta oscuridad. La recuerdo potente, sentí la angustia que cualquier interrogado pudo haber experimentado (Mel Gibson en “El complot” y mejor no salirnos de la ficción)
De inmediato, una voz. Me tranquilice, era humana.
No entendía lo que nos decía, pero avanzamos hacia ella. Pato llego primero a su lado. Paso a ser devorado por esa espesura amarillenta que no dejaba de iluminar. ( hasta lo que yo sabia, el bien podría haber sido siempre parte de esa luz, y el complot ya no estaría en el seno de una ficción lejana) Pensé darme la vuelta, perderme en la negrura, gritarles a esos cerdos que nunca me atraparían.
Mis siguientes cinco pasos me depositaron justo al lado de la luz. Un segundo antes de que cediera pensé lo peor.
Dos segundos después, me encontré con la cara de Pato. Justo después, tres, gire y descubrí el rostro de una mujer. Me ofrecía vino, me ofrecía vino en una copa de vidrio. (Era francesa. Los surcos empezaban a hacerse con su piel.) No pude mas que aceptarlo, no pude mas que mirarme con mi amigo y comprobar que el también tenia una copa. Ella nos hablaba en ingles, porque ya había identificado que el francés no nos sentaba bien. Con su linterna término de guiarnos hasta el refugio, donde terminamos de emborracharnos, donde termino de contarnos parte de su inconclusa historia, donde termino de desconcertarnos con lo que parecía un pasado inmediato…
Porque no es cierto si les digo que ella apareció únicamente para salvarnos. Durante el día, durante la caminata la habíamos cruzado varias veces, inclusive en el refugio. Después la perdimos para que sea ella quien nos vuelva a encontrar.
Pero lo que si es cierto es que la noche anterior, vimos con mi amigo, como una luz caía desde el cielo totalmente perpendicular y se perdía detrás de una montaña. Una luz blancuzca, que de a ratos se teñía con tonos plateados, prendiendo un valle gigantesco como si el día se hubiese cansado de dormitar…No tan blancas eran las palabras de nuestra nueva amiga “francesa”, que por mas simpáticas, la extrañeza de la situación y de sus respuestas me sigue persiguiendo hasta hoy.